Arte Cisoria nos habla del arte de cortar, recortar, escindir o trinchar y, a la vez, nos sugiere el uso de herramientas como cuchillos, tijeras, escalpelos o cuchillas de afeitar, más allá del propio tratado. En las imágenes realizadas por cada uno de los artistas participantes se da rienda suelta a su creatividad. Y esto se hace desde claves tan diversas como el humor, el sentido crítico, lo desgarrador, el drama social o una mirada contemporánea del concepto cortar.
Para la historia de la cuchillería de Albacete la década de los años sesenta del siglo veinte fue un momento crucial, toda vez que supuso la etapa de mayor desarrollo económico del sector y, en muchos casos, el tránsito del taller tradicional a la fábrica. Casi todas las firmas cuchilleras importantes de la época vieron cómo se producía esa transformación. No obstante, mientras que se abrían nuevas fábricas, otras fueron desapareciendo. A su vez, Madrigueras expandía su cuchillería de oficio con innumerables talleres y reconvertía la fabricación tradicional de romanas en confección de cuchillería de esta naturaleza.
Bajo el título “Cuchillos de Albacete. Tesoros de tres siglos”, el Museo Municipal de la Cuchillería presentó una exposición temporal en la que se mostraron cuchillos, puñales, dagas, almaradas y puntillas de los siglos XVII, XVIII y XIX realizados por artesanos de Albacete, verdaderos tesoros que han sido cedidos por diferentes coleccionistas.
En esta exposición, en la que se mostraron alrededor de 250 piezas de cuchillería, objetos etnológicos y documentos, el Museo Municipal de la Cuchillería quería rendir un merecido homenaje a todas aquellas entidades que han colaborado en la formación de los fondos de esta institución museística y a aquellas personas que con sus aportaciones la hacen posible.
Variados antecedentes nos hablan de las excelencias de las espadas realizadas en Toledo desde tiempos remotos. Ya en época de los romanos se tienen noticias de ellas, pero fue durante la época musulmana y en la reconquista cuando Toledo y sus gremios de espaderos jugaron un papel fundamental.
Estamos tan familiarizados con los utensilios para comer -el cuchillo, el tenedor y la cuchara- como con nuestras propias manos. Pero todos sabemos que no siempre han formado parte de nuestra cultura de la mesa. Durante mucho tiempo, hasta comienzos de la Edad Media, los dedos eran los verdaderos utensilios para comer, usando como complemento una cuchara y un cuchillo “multifuncional”. Los tenedores todavía no se habían introducido en los usos domésticos.
La cuchillería de Albacete en el siglo XX se inicia determinada por un tardío desarrollo industrial, con prácticas artesanales que van a alcanzar hasta bien entrada la mitad del siglo. De igual forma, su primer tercio se caracteriza por la sucesión de breves periodos de relativa expansión seguidos por otros de aguda crisis. Así, hasta llegar a los años de la II República y la ulterior Guerra Civil, etapa vivida de un modo particularmente significativo en algunas fábricas y talleres, pues la escasez de industrias metalúrgicas favoreció su reconversión en industrias para la guerra.
El hombre se valió del cobre y del bronce para la elaboración de sus armas y utensilios hasta que en la Edad del Hierro comenzó a utilizar este metal. Los afiladores y el afilado son tan antiguos como el uso de los metales, y necesarios para mantener las herramientas en las mejores condiciones. Actualmente, en el proceso de elaboración de un instrumento cortante, el amolado constituye el toque maestro final para que esa pieza inerte tome su vida útil.
El gaucho, jinete legendario de las pampas argentinas, uruguayas y del sur brasileño, supo blandir desde sus orígenes un cuchillo muy particular, útil a sus necesidades y distintivo a la hora de lucirlo. Apenas habían transcurrido unas pocas décadas desde su irrupción en la historia de este tramo de América, cuando el gaucho se dispuso a usar un original cuchillo encabado en plata y en ocasiones, ornamentado con detalles en oro.
La magia de los cuchilleros santacruceños –ellos tienen a gala denominarse navajeros-, convierte en artístico el fruto de este duro oficio: conocedores de los secretos del temple, la fragua, el yunque y la muela, forjan la tradición y la convierten en arte con forma de navaja.
El origen de los cuchillos y navajas de esta región se remonta a mediados del siglo XIX como una derivación más de las actividades que en ese momento se desarrollaban en las ferrerías.