Ayer, 25 de junio, se despedía de todos nosotros Amador Carcelén, El Bocha, el último de los vendedores de cinto. Al grito de ¡Navajas, navajitas de Albacete!, este entrañable cuchillero dio a conocer en los andenes de la estación la calidad de la cuchillería de Albacete. Al decir adiós al Bocha, también decimos adiós a una parte de nuestra historia. La imagen de Amador quedará en nuestra memoria perpetuamente unida a la de su inseparable cinto. El Museo de la Cuchillería siempre estará en deuda con este cuchillero. El Bocha nos ha dado mucho: navajas, documentos, fotografías y, lo más querido para él, un cinto que, aunque huérfano, siempre nos recordará a su fiel compañero, Amador Carcelén, para todos el inolvidable Bocha.